El día que llegó abriste la puerta, como esperándola.
Llegó vestida de silencio y de conversaciones sin sentido.
Ordeno que desordenemos nuestras cosas para que se nos haga imposible encontrar entre tanto, aquello valioso.
No nos dijo una palabra.
El día que llegó, ya la esperábamos.
Nosotros la invitamos.
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