miércoles, 12 de septiembre de 2018

En la sangre


Querido Juan:
Hoy volví a la cancha después de un año. Después de la promesa, claro. Esa donde te juré, en la habitación del hospital, que no volvería a ir <ni de putísima casualidad>. Y  vos me agarraste bien fuerte del brazo y me dijiste “vení para acá, no seas boludo, vos vas a estar ahí , llueva o truene, vas a estar por mí, por nosotros".  Tuve que aguantarme las lágrimas porque no se iba a ver bien delante de los chicos.
 Delfina que me miraba buscando algo así como una protección paterna sustituta, mientras su viejo dormía en esa cama fría. Se sentía más consolada por el monito con la remera de Boca que le habías regalado.
 Flor de tío maricon les tocó. Se suponía que yo tenía que ser el fuerte de la escena. Traer la palabra justa, decirles que todo va a estar bien. No me salían las palabras hermano. ¿Qué querés que te diga?
Lo único que podía hacer era secarme las lágrimas, poner la voz firme y mandarlos a todos a descansar a tu casa. Casi sin mirarlos, decirles que me iba a quedar, que así era todo más fácil.
< Más fácil>.
¿Pero cómo decírselo a Isabel? Tenía que ser yo el que le diga " Anda a tu casa dale, yo me quedo con mi hermano “. ¿y ella ? Ella fue el amor de tu vida Juan, tenía que quedarse .
Todavía nos acordamos, en las fiestas, cuando la seguías después del colegio , siempre por el mismo camino devuelta a su casa . Yo le gritaba por vos y cuando ella se daba vuelta, te parabas completamente en seco y te quedabas sin hablar, serio, sin mover un músculo.
-No puedo Pablo , no puedo, me decías rogando que Isabel se vaya y salvarte de la más grande de las vergüenzas. 
Se hace difícil tenes que saber. Estar en la cancha saltando es inexplicable, pero se me termina el mundo cuando busco ese abrazo después del gol del Loco o de Román. Busco tu abrazo y vos no estás hermano.

-Dale tarado! Hablale, te decía yo , que te llevaba dos años y tenía un poco más de experiencia con mujeres.

Ella se rie de estas anécdotas, y guarda las mejores para cuando se sienta a comer con los chicos. Ahí habla de vos como nunca lo hizo . Cuando estoy presente , vuelvo a tomar el papel de tío llorón y delante de todos,  sabiendo que todos lo saben, <salgo un segundo a fumar un pucho>. 
Ahí es donde me acuerdo de vos , y si hago silencio, te siento al lado mío.


<Tío llevame a la cancha> , me dice Joaquín que esta cada día mas parecido a vos.
<¿Mi papa jugaba como yo?>, ataca de nuevo.
Entonces le conté de tus goles muchos con culo, muchos con una mágia hermosa. De mis pases, de mis no pases, de tus calenturas  y de tus cabezazos a rivales pero más a la pelota. Tenías que verlo como sonreía, como te imaginaba, y como cuando termine de contarle agarró la pelota y se puso a cabecear.
Tiene los mismos tus caprichos  cuando jugamos en el patio de casa. Tendrias que haberlo visto el domingo pasado, jugando por el campeonato, emocionaba Juan .
Cuando termino el partido vino corriendo –esquivando en una gambeta más del partido a su madre que quería felicitarlo- hasta donde estaba yo y me preguntó < ¿ Cabeceo cómo mi papá o no?>
Me desmaterializó.

Y cuando miro nuestras fotos, las de chiquitos, con la camisetas - vos siempre con la más reciente por tu condición de hermano mayor- y me acuerdo que desde esa época nos gusta, que un día vimos la Bombonera y quisimos dormir ahí, nada de volver al colegió o de que los viejos vayan a laburar. Eso si, había que conseguir una pelota.  

¿Cómo no voy a ir a la cancha? , si estuvieses acá me llevaría a patadas. 
Cuando me dicen " está en un lugar mejor " también siento ganas de <salir un segundo a fumar un puchito>, yo sé que para vos no hay mejor lugar que una cancha de futbol


Hace una hora estoy sentado en el living de la casa de los viejos, vine a buscar unas cajas que habían quedado del inquilino anterior. Este año no la vamos a alquilar, te cuento para que estés al tanto. Delfina la va a usar para poner sus cuadros, tu casa ya les quedó chica y Joaco, aunque está bastante grandecito, tiene una puntería barbara para embocar la pelota justo en la mitad del lienzo. 
El pasto está largo, no se qué habrán hecho los Salas con el patio pero menos mal que la vieja no está para verlo. El rincón del fondo sigue con el arquito, tuvieron piedad la interminable lista de inquilinos y lo dejaron. 
 Me gustaría que estés acá , viviendo el campeonato de Boca conmigo, viéndolo a Joaquín jugar. 
Creo que algunas veces la vida nos quita lo mejor que tenemos, para que suframos, para que nos duela y así darnos cuenta de que estamos vivos. 
Y vos sufriste Juan.
Por eso es que hoy voy caminando a la cancha y aunque no vayas a ser a vos al que abrace cuando Palermo haga un gol,  Joaquín -que lo llevo en los hombros- me va a hacer llorar con un abrazo y me va a recordar que toda la pasión y el amor que sentías por Boca, ahora lo lleva él, en la sangre.
el templo, en un partido de Copa muy fácil a pesar de aquél que se agarra la cabeza.

Un relato que escribí cuando tenía 17 años. Pasaron solamente 7 años y a la vez han pasado ya  7 años.

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