viernes, 17 de abril de 2020

algunos días con Marita


Al principio de la noche nos dimos varias veces la mano,
Cerramos futuros tratos, proyectos audiovisuales
Nos prometimos un registro que hable de nosotros, 
De estos días que tuvimos 
y de los días que vendrán hasta tu partida.
El amor instantáneo en Buenos Aires, dijimos
Un día, una foto. 
Todavía no empezamos eso, creo que nos distrajimos con el vino, 
con la música y el sexo.
Al final de esa noche nos dimos la mano,
 pero solo una vez. 
Y no nos soltamos hasta que despertamos.


Quisiste ver mi tatuaje de Magritte y el arte de la conversación.
Te expliqué muy mal, lo que para mi significaba.
Te hablé de que precisamente nosotros,
 horizontales en la cama,
 acariciandonos los dedos
Eramos los protagonistas del cuadro. 
El arte de conversar y nosotros 
elevándonos
Bien quietos en la habitación,
Recorriendo el mundo. 
Yendo de Bolivia hasta Argentina
Cochabamba y Luján
 inventamos un pequeño país
El nuestro.
Elevados sobre el terreno, nos besamos los tatuajes.
Nos abrazamos con la piel.



Hace días intento escribir sobre todas las mujeres 
que conocí en tinder.
Hace días que no puedo escribir otra cosa que
 no sea tu nombre.

Y ahora la aplicación nos separa 
Diez mil kilometros
Pero no importa, cada uno en su lugar 
Intentando hacer lo que desea
Me quedo con mucho
Y retengo tu contacto agendado
Como la chica más talentosa que conocí 
No te dije suerte cuando nos despedimos
No la necesitas.

Mudanza I

Del departamento de Coghlan 
Solo quedan vidrios rotos
del cuadro de Bob, Mick y Peter
que rompí en la mudanza
Es más que un cuadro y no solo por Bob.
Es lo primero que pusimos apenas pisamos ese lugar
Alla, hace cinco años. 
De inmediato, prendimos uno en honor a ellos. 
Con amigos que hoy ya no lo son tanto. 
Recuerdo una foto de la llave en mi mano
 y la pared blanca. 
El peso del manojo de llaves 
y la liviandad de la libertad de lo que vendría. 
El otro día despegué los imanes de la heladera
y un amigo me pidió que no sea tan sentimental con lo material
Que solo eran imanes.
Ya lo sé.
Pero hay un símbolo al despegar los imanes 
De los lugares que nunca más vas a visitar. 
El viejo hornito nos alimentó durante años
Mi ex novia y yo, ebrios de alcohol y de amor
Bajoneando esas pizzas entre besos y porros.
Hoy entré al departamento viejo, 
Todavía quedaban cosas que fuimos arreglando con mi papa
Mientras lo miraba, también comprendía en el, 
El paso del tiempo. 
Hay también una fuerza irrevocable en una mudanza. 
Todo por descubrir, calles nuevas, rostros, esquinas, 
Movimientos que aun no conozco 
Pero que serán míos en un futuro cercano. 
Todo está en movimiento constante y no estoy descubriendo nada.
Solo que a veces, es necesario recordarlo, reimprimirlo para seguir andando.
Con la pura felicidad del movimiento, diría Edu.
Y siento que todo el tiempo me estoy mudando
que no consigo quedarme quieto.

el hombre de polvo

Pusimos cadenas
maderas
Atornillamos todo cuanto pudimos.
Pesadas telas negras
taparon la luz
Los adultos afuera
buscando señales
revolviendo escombros
escarbando latas
forcejeando con los perros
las bolsas de plástico .
Los días de gritos,
ladridos y truenos
La tierra filtró bajo la puerta
y engendró un hombre
hecho de polvo .
Se sentó a nuestro lado
no nos dijo una palabra
Nos esperó
para desvanecerse también

Mudanza II

Estoy acurrucado sobre el colchón
que fue mi cama
en un lugar
que fue mi habitación.
Estoy esperando a mi papá
viene a ayudarme
con las últimas cosas
que quedan en este departamento.
A colegiales nunca me mude del todo
Parte de mi siguió en Coghlan
En un piso altísimo
donde las ventanas me mostraban todo aquello que quería ser
En esta habitación hay muchísimos libros
Casi todos están leídos.
Otros me esperan
Hay un mapa, que compre en New York y una tv muy finita
que jamás use
Está la manta en la que nos envolvíamos con mi ex
y las pantallas de las luces
Todo todo esta separado,
cada cosa por su lado.
Cada cosa tiene un tiempo.
Bueno, todo tiene un tiempo.
Hay dos trajes que no volveré a usar
El tiempo para ellos se detuvo,
ya no existen
ya no son.
Como la gente
por la que me ponía el traje.
Revistas de cine,
un libro que enseña a hacer cerveza,
uno para hacer cine
Los mil discos que hay que escuchar antes de morirse
y una jarra de café rota
A la distancia,
a millones y millones de quilómetros y países encerrados por la pandemia que se expande,
Chateo con mi amiga de la secundaria
siempre estanos en contacto incluso cuando nos hablamos
En la otra habitación
duerme mi amigo
Ese
que ya es un hermano
Cinco años compartimos hogar
Y somos familia para siempre
No tenemos ni los rasgos
ni la sangre
Tenemos solamente la convicción de que nos vamos a acompañar toda la vida
Los dos, en la misma calle
Caminando juntos
Me tapo un poco más con la pila de ropa que hay en el colchón
Me hundo en él
y dejo la ventana abierta
Me gusta que haga frío
Me gusta sentirlo
Estoy dejando entrar todo lo que tenga que entrar
Se que en algún momento me voy a parar
y empezar a mudarme.

El hijo del dueño


Hay que matar al perro dijo alguien desde la cocina
Y lo que vino después fue el ruido de la pava 
Apoyándose en la mesada de piedra
“ Mordió al hijo del dueño” siguió la voz
que era mi madre
Y las siguientes horas se hicieron pesadas
 y en silencio

El perro estaba escondido.
Hace dos días que sabia su destino
y entre las ramas caídas 
por la tormenta
se acomodó sigiloso

Si no hubiese sido domingo 
no habría nadie en la casa.
Nadie buscaría al bicho escondido
Ni se gritaría su nombre por vez primera
desde cualquier lugar de la estancia. 
Si no hubiese sido domingo
No habría dueños de nada
Ni perros agazapados 
defiendo su porción de tierra 

Cuando lo encontraron
 se gritaron las cosas que se gritan
 cuando se festeja algo
Y el perro no comprendía 
si su suerte había cambiado
y  había sido perdonado

Nada de eso,
 con un lazo lo acercaron
y dos peones lo rodearon.
Los dueños, a unos metros arrimados entre si
esperando que otros se encarguen 
de darle muerte a ese animal.

El hijo del dueño lloriqueaba sin mirar
“ No es para tanto” se decía para si
No se tapaba por el perro, 
se tapaba por su padre
a quién jamas había visto llorar.

Un peón también lagrimeaba 
Y este si, por el perro.
El otro que era más viejo
Hundió el cuchillo, 
y le tapó con hojas el lugar de la herida.
El que lloraba la muerte era mi padre 
 Que cargó al perro en la carretilla 
hizo el pozo 
y siguió llorando
hasta que la tierra 
tapó esa vida apagándose.

el banquete



A la memoria de Rubén Héctor Di Monte


“Que valga la alegría y no la pena”
Nos repetíamos en los Coihues
y nos llenábamos la panza
de vino barato
y los cuerpos de amistad y fuego.
La noche aplastaba
el cansancio no daba tregua
Desde la carpa,
guardiana en la intemperie
soñé con un banquete.
muchos rostros desfilaban por un gran salón
algunos tenían trajes, otros sotanas
otros no tenían más que una sonrisa
Todos se acercaban a despedirte
Y yo
que nunca tuve esa chance,
arrimé mi plato cerca tuyo
No nos dijimos nada
¿ quién sabe como se habla en los sueños?