domingo, 28 de octubre de 2018

ir y venir


Como un ejercicio diario
de tomar conciencia, 
o como un ritual, me gustaba soltarte la mano en los grandes comercios
mientras esperaba que elijas algo para ponerte.
Soltarte la mano entre la gente 
y dejar que te vayas, perdiéndote apenas de vista.
Disfrutaba tu cuerpo bien lejos del mío, 
Camuflándose entre la gente y darte algunos minutos solo tuyos.
Quedarme en la puerta de los lugares en los que cabe solo uno y nadie más.
Adoraba volver a buscarte, 
cargando en todo el cuerpo la idea de controlar el vértigo fugaz de perderte.
Abandonando todo juego y tomar por las riendas esta realidad construida de a dos
Tu cuerpo brillando entre la gente
como aquellas luces del teatro, vos.
Sola entre tanto ruido
tomarte la mano, tomarte por la espalda
tomarte incansablemente
Fundirme y perderme en vos.
Ya no hay grandes mercados, ni masas de gente, 
Ya no te tomo la mano ni te dejo ir apenas
Debes estar brillando, eso si, pero yo no estoy ahí para verlo .

los hombres no lloran


para mi hermano Federico Krauth




Hace unos días le presté la oreja a un amigo que andaba en la lona y necesitaba ser escuchado. 
No le presté el hombro porque entre hombres no está bien visto llorar, desnudarse así frente al otro y desde el pozo más profundo, gritar las mayores miserias y temores. 
Yo andaba bien hasta el encuentro con mi amigo, no es que iba con una canasta corriendo por el prado pero, andaba mas o menos bien.  Por eso es que lo escuchaba y daba clases cual profesor de universidad, sobre cómo abrazar el dolor y soltar las amarras de los barcos que ya no nos pertenecen.
Me envalentoné, escuchando a mi amigo, y decidí prestarle mis ojos para que en una de esas logre,con los míos, ver las cosas más claras. 
Hace unos días, me recordé humano y caí en algún pozo que había tapado con no demasiada tierra. Supe que me caí porque me estrellé de espaldas y apenas podía respirar. 
Lo hubiese visto al pozo, pero yo andaba sin ojos porque los había prestado, aunque de noche tampoco es que veo demasiado. 
Así que ahora ando así, medio enterrado y sin poder ver. Los oídos no los extraño porque acá en el pozo no hay nada que escuchar más que mi mente.
El dolor de espalda está pasando y los hombros los tengo perfectos.
 Menos mal que los hombres no lloramos.   

los pájaros que ayer liberé


Bien temprano, bien dormido
me incorporé casi inmediatamente, 
la bala, aunque pasó cerca, 
no logró conmoverme.  
Pensando en la paz que me daba
Darte la mano
Darte los días
Darte los sueños 

Durante la tarde, cuando bajaba el sol,
una última bala entró.
A través de un espejo de palabras muertas,
que dolían como vivas,
que ardían recientes,
que quemaban eternas.
Que no eran disparos,
que eran espadas,
Entrando y saliendo
Pudriendo mi carne,
Que brillaban exactas.
Que llegaban hasta mis huesos.
Que mostraban las jaulas
que tengo en la mente,
Que abría caminos,
que el sol incendiaba
y quemaba los pájaros 
que ayer liberé.
Que hablaban de vos.

Cambiando la piel



Por ahí es que me estoy limpiando y 
lo que voy pensando no es tanto en mi
sino en mi cuerpo,
 que también es mío 
pero lo fui olvidando. 

Quizás es que estoy cambiando la piel
y no quiero dejarla muerta ahí,
Ni que el el sol la seque.
No quiero que el viento la olvide.
Por ahí es tanto vino,
 tanta copa
tan deprisa,
a toda hora.
Tanto rojo y tanta sangre entre las manos
tanto vidrio entre los dedos .
Tal vez sea que ya no busco herirme,
ni me genera nada herirnos.
Debe haber algún lugar y tiempo
para los amores perdidos. 
Quizás sea que este más fuerte
o que las pesadillas duelen menos.
Por ahí que ya no abro
todas las puertas que encuentro,
ni me detengo en los lugares conocidos
Por ahí es que aquella arma 
ya no tiene balas,
o que todo sea producto de la suerte.
La cosa es que estoy vivo.
Y la herida va cerrando.
La sangre, supongo el sol,
la secará.